UN LUNES DE MIÉRCOLES

Nos íbamos en la camioneta con rumbo a El Quiguir, había pasado casi una hora de viaje, eran casi la 7 y 40 minutos, y sucedió un desperfecto en la camioneta, se detuvo en un lugar que hacía mucho calor, sí estabamos todavía en el valle de Virú y Chao. Habían pasado ya tres horas desde que se había malogrado la camioneta y tres horas de tratar de darle solución a la misma pero nada de nada, estábamos en una casita de una familia de esa zona allí prepararon el almuerzo, como un viajero llevaba pollos vivos a vender por esa zona nos compramos entre todos uno para comer, la dueña de casa lo preparó y almorzamos, hasta allí muy bien, pero como iba pasando las horas no había solución, el camioncito que detrás de nosotros había salido ya hace mucho que había pasado, hasta que el chofer decidió regresarse a Chao o Trujillo para arreglarlo o cambiar la camioneta y así fue, es que la camioneta no subía mas sí podía de bajada. Ya eran la seis de la tarde y no llegaba la camionetita nos estábamos desesperando y aburriendo mucho. Anocheció. Y ahora que hacemos? la camioneta no llegaba, nos daba hambre y un poco de miedo, miedo a que nos quedemos allí. Eran las diez de la noche y la camioneta no llegaba, nos acostamos por donde mejor nos acomodáramos y tratamos de dormir. No podía dormir pensando si llegará o no la maldita camioneta, di una dormidita y me levantó una oveja que balaba y balaba, pensaba: pobre la oveja ha perdido a su rebaño pero no fue así, desperté porque la oveja me estaba balando y respirando en la cara, sí me repiraba y soplaba en mi cara, me asusté, desperté y vi un gato que me miraba, sí ara un gato, no había que coger y le tiré un palito pequeño que encontré por allí. No se que fue pero me asusté. Vi unas luces que se acercaban y eran las de la camioneta. Al fin llegaba y así viajamos de noche, casi las once da la noche, de frío y lo peor de todo, atrás, sí. Y llegamos.